Juntos en la Aventura

Un blog de Angela Posada-Swafford sobre ciencia, exploración y las cosas extrañas con que me encuentro durante algunos de mis reportajes./ A BLOG ABOUT COOL SCIENCE, EXPLORATION, AND SOME PERSONAL ADVENTURES IN SCIENCE REPORTING.

sábado, 31 de mayo de 2008

Anatomía del cubrimiento de un despegue espacial

Por alguna razón siempre hay que madrugar. No importa si el lanzamiento del shuttle es a las 5 de la tarde como el de hoy, las puertas del Centro Espacial Kennedy en la Florida, cierran como 8 horas antes del lanzamiento. El circo comienza desde el momento en que se llega al “Badging Gate”, donde te expiden las credenciales de prensa (y donde el nombre de uno no siempre aparece escrito en la lista de periodistas, no importa hace cuánto enviaste tu petición, entonces hay que iniciar una larga cadena de llamadas, que por lo general culminan con una carrera contra reloj para ingresar al centro espacial).

El centro de prensa no puede estar mejor situado: está detrás de Mission Control, y frente al Vehicle Assembly Building, ese enorme cubo que se ve desde todas partes, donde se acopla el transbordador a su tanque de combustible externo (esa gran crayola anaranjada). Ese edificio tan imponente es en realidad una de las estructuras más grandes del mundo. Tanto, que crea sus propias nubes y su propio microclima: es verdad. ¡Allí adentro ha llegado a lloviznar! La razón de su tamaño no es el shuttle, sino el programa Apollo: por esas puertas tenía que pasar el cohete lunar Saturno V en toda su alta magnificencia. Y por esas mismas puertas habrán de pasar, en unos cuantos años, los cohetes Ares I y V, este último tan grande como el poderoso Saturno.

Por dentro, el edifico principal del centro de prensa es amplio y cómodo. Tres largas mesas están llenas de estaciones de trabajo con tomacorrientes, internet inalámbrico, librería de fotos y videos y escaparates con innumerables boletines informativos de misiones pasadas. Dos pantallas de TV digital de alta definición transmiten constantemente detalles acerca de la preparación de un transbordador desde que llega del espacio hasta que está listo para despegar de nuevo, e imágenes en vivo de lo que está sucediendo en los distintos puntos del centro espacial: en lo alto de la torre de lanzamientos, en el edificio donde se preparan los astronautas, y en control de misiones.

Y en medio del salón, grandes maquetas con réplicas del shuttle, la Estación Espacial Internacional, y lo que sea que se esté enviando al espacio en ese momento. Hoy, el módulo Kibo, el componente japonés de la estación espacial. Hace unos meses, era el Columbus, y hace unos años, el telescopio Hubble.

La noche anterior hemos tenido la oportunidad de acercarnos a unos 400 metros del shuttle para verlo en toda su gloria, bañado en luces de xenón y prisionero dentro de su complicada matriz de tubos que forman la torre de lanzamiento.

Nunca hay menos de 60 periodistas, y en ocasiones (cuando John Glenn volvió al espacio en la década de los noventa, ha llegado a haber 4,000). En esas ocasiones, para ver la salida de los astronautas del edificio donde se alistan y entran al "astrovan" para dirigirse a la torre de lanzamientos, hay que pelear a brazo partido para estar en esa lista de “privilegiados” que caben en un pequeño bus escolar. Si logras que te admitan en esa lista entonces debes pararte por una hora al sol quemante de la Florida, sudado a chorros, esperando a que un perro pastor alemán venga a oliscar tus cámaras en busca de explosivos.

La salida de los astronautas sucede en diez segundos, después de esperarlos otra hora, bajo la mirada adusta de los SWAT, con sus rifles no muy lejos de tu cara. Les gritas a los astronautas, los vitoreas, ellos sonríen, los que reconocen su nombre entre la muchedumbre te miran y dicen adiós con el brazo. Y ahora, de nuevo al centro de prensa, a tratar de tomar una botella de agua
Cuando se acerca el momento del lanzamiento la electricidad dentro del lugar sube de voltaje, la conversación sube de tono y la gente corre de aquí para allá con cámaras de TV o libretas de notas en mano detrás de algún personaje importante, astronauta o ingeniero qué entrevistar.

Y durante el último minuto de la cuenta regresiva, parados sobre el pasto a tan sólo 3 millas de la plataforma de lanzamiento, todos esos cientos de periodistas como que se vuelven uno solo, una sola respiración, una sola motivación, como haciendo fuerza colectiva para empujar al shuttle hacia las nubes. Y entonces ya no importan los codazos, el calor, la sed, el hambre… es decir, cuando el lanzamiento no es abortado por A, B o C motivos, lo cual sucede más o menos un 35 por ciento de las veces.

¿Volver al día siguiente? ¿A lo mismo? Noooo, decimos muchos. ¡Qué complicado! Pero nos reímos y nos miramos entre nosotros porque para los apasionados periodistas que cubrimos la exploración espacial, NO significa Sí.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Dragón de las nubes, terror de los suelos


Imágenes cortesía de: Mark P. Witton y Darren Naish


De todos los reptiles de la era de los dinosaurios, los que menos conozco son aquellos que volaban. En realidad uno siempre está oyendo hablar del temible Tiranosaurio Rey, o de los magníficos herbívoros de cuello largo que hacían temblar la tierra con las patas. Por eso me entusiasmó tanto la noticia en la publicación PLoSONE que está circulando en tantos otros blogs y medios masivos, acerca de los nuevos hallazgos al respecto de un reptil con alas de 12 metros de envergadura llamado Quetzalcoatlus. Aunque sus fósiles fueron descubiertos en 1971 en el parque nacional de Texas Big Bend, siguen siendo fuente de datos interesantísimos.

El Quetzalcoatlus, dicen los autores del estudio (hecho por la Universidad de Portsmouth), volaba para desplazarse de un sitio al otro, pero no para comer o reproducirse. Al parecer, eran lentos y un tanto torpes en vuelo, carecían de garras para atrapar bichos al vuelo, y sus cuellos eran más bien tiesos. Por eso, la cacería se llevaba a cabo en tierra firme. Con sus picos de garza sin dientes pero gigantescos y mucho más fuertes que sus patas, se paseaban por las praderas recogiendo dinosaurios bebé y quién sabe qué otros seres. Habría que imaginarlos tan altos o más que una jirafa.

Los dibujos de los investigadores más parecen el gráfico de una grúa hecho por un ingeniero. En su estudio, los autores hacen notar lo siguiente acerca de este dibujo:
“La línea azul indica la columna dorsal y cervical. Note cómo las largas mandíbulas requieren muy poca flexión del antebrazo para bajar hasta el suelo, y cómo apenas es necesaria una flexión moderada para que las mandíbulas bajen completamente”.

De todas maneras, para mí la cuestión de cómo un animal así podía despegar, por lento que fuera, es algo genial porque aun no se ha entendido con exactitud. Hace poco sostuve entre mis manos a un pequeño murciélago. Sus alas de cuero se me antojan iguales a las de estos pterodáctilos, y los investigadores han podido determinar que la estructura y morfología del vuelo de los reptiles prehistóricos era más parecida a los murciélagos que a las aves.

Su extinción tuvo lugar durante el mismo período nefasto que acabó con la dinastía de los dinosaurios hace 65 millones de años.

domingo, 25 de mayo de 2008

Crónicas de la tundra marciana



La flecha señala el sitio donde se posó la nave robot Phoenix, justo debajo del polo norte marciano, el domingo en la noche. (NASA/JPL/Univ. De Arizona)

Comiéndome las uñas acabo de segur el aterrizaje de la sonda Phoenix en Marte en vivo por NASA TV y por Discovery Science Channel. ¡Tremenda maratón de emociones! Cuando uno piensa que sólo 5 (y ahora 6) de las 11 misiones que tenían la intención de posarse sobre Marte lo han logrado sin desintegrarse en su atmósfera o estrellarse contra el mapa (el resto de las misiones a ese otro mundo han sido para orbitar al planeta, no para entrar en él), la hazaña del robot-piloto de pruebas-geólogo-laboratorio de química y navegante (todo en uno), merece un aplauso enorme.

Conocí a un par de los investigadores que han dejado su pellejo en esa misión durante el lanzamiento “del bebé” en agosto del año pasado en Cabo Kennedy. Debe ser una emoción muy especial ver al niñito caminando sobre otro mundo, después de haber pasado al menos cinco años cambiándole los pañales y enseñándole a hablar.

Pero ahora que el muchachito llegó a la escuela, es que comienza lo bueno. Dentro de unos días, cuando Phoenix se reponga de su largo viaje y fogosa caída, el laboratorio comenzará a excavar bajo el permafrost, la mezcla de tierra y hielo de la región ártica. Para decidir si hubo agua líquida bajo sus patas, Phoenix tendrá que trabajar como un detective cuyos músculos están en Marte y su cerebro, a 679 millones de kilómetros de distancia, sentado frente a un computador en la Universidad de Arizona y mordiéndose las uñas igual que yo.

Para determinar si hubo alguna vez agua en estado líquido hay que observar varias cosas. Por ejemplo, cuando está líquida, el agua puede transformar la roca en arcilla. Puede disolver, transportar y distribuir compuestos químicos, incluyendo materiales orgánicos. Cuando se congela flota, sirviendo como aislante para que las capas de más abajo permanezcan líquidas. Entonces, encontrar un terreno arcilloso sería buena noticia.

“Las moléculas de agua”, dice Peter Smith, el científico principal de la misión, son ligeramente polares, con un lado cargado negativamente y otro cargado positivamente. Esta polaridad atrae a otras partículas eléctricamente cargadas, tales como azúcares y sales, que son esenciales para las células vivas. Y por eso, si hallamos depósitos de sal, eso sería un excelente indicador de que por allí ha habido agua líquida”.

La misión de Phoenix (que tiene el laboratorio más avanzado hasta ahora enviado a Marte), durará únicamente tres meses, simplemente porque está en el ártico: cuando la pille el invierno marciano, va a quedar enterrada entre un metro nieve de dióxido de carbono. Por eso debe trabajar rápidamente, excavando lo más hondo que pueda, calentando las muestras de hielo y tierra en sus “hornitos” de abordo, y reportando sus hallazgos.

Pero es que yo aun no me repongo de lo que significa tecnológicamente todo esto. Es una inmensidad. ¿Poder teledirigir a un aparatito a millones de kilómetros de distancia? Supongo que el asombro sólo nos pasa a los de mi generación: esa que está teniendo el privilegio de ser testigo del momento en que los humanos comenzamos a dejar la Tierra para mudarnos al espacio en forma permanente.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Picos y patas y plumas y pelajes


Para quienes acumulamos artefactos extraños, la biodiversidad es una colección de tesoros. Una colección de orquídeas, semillas arrugadas y eucaliptos; hormigas, garras de tigre y colmillos de cocodrilo; plumas, escamas y cáscaras de banana; la piel del leopardo, el tronco de un pino y el ojo de una ballena; vuelos de cortejo, gritos de guerra y el aroma de la tierra cuando llueve. Cuando encontramos algo que es raro, lo agregamos mentalmente a la lista -aparentemente interminable- de formas que puede tomar la vida. Sonreímos asombrados porque hemos descubierto una variación más de un tema muy antiguo. Una nota nueva en la melodía que nuestros amigos aún no han escuchado. ¿Cómo podemos darnos el lujo de perder esas notas si aún no tenemos en nuestras manos la partitura completa del concierto?

Durante estos 25 años de estar escribiendo y filmando reportajes sobre animales, plantas y microbios, son muchos los biólogos y botánicos estupendos y apasionados por su trabajo que he conocido. Pero mi profesor de Harvard, E.O. Wilson, creo que se gana el premio gordo. Edward O. Wilson (quien ha sido comparado con el Darwin del siglo 20), tiene más de 75 años. Y todavía llega a su laboratorio en Cambridge antes de las 10. Desde que tenía 13 se dedicó a los insectos, y de estos, su criatura escogida, fueron las hormigas. Nadie, nadie en este planeta sabe más sobre las miles de especies de hormigas que EO Wilson. Ha descrito y pintado a mano cada una de ellas con la paciencia de un naturalista del siglo 18, grabando en detalle sus minúsculas diferencias anatómicas. Descubrió que se comunican por señales químicas, y hasta escribió un tomo del tamaño de un directorio telefónico sobre las hormigas.

Hacia la mitad de su carrera, Wilson se convirtió en una especie de campeón de la biodiversidad y de su importancia. “La diversidad de especies en la Tierra es mucho más que una bonita colección de cosas vivas”, me dijo recientemente durante una visita a su laboratorio, que está lleno de cajoncitos que sirven de ciudadelas para infinidades de hormigas. “Existen al menos 1.5 millones de especies de organismos reconocidos sobre el planeta. Cada año se describen otras diez mil especies nuevas para la ciencia, casi todas microscópicas. Pero eso no es nada: aún nos quedan por descubrir y catalogar al menos diez millones de organismos desconocidos, en su mayoría insectos y bacterias”, añade colocando a un prófugo dentro de una de las cajas, con unas pinzas.

“Si yo tuviera nuevamente 13 años, estudiaría microbiología”, dice de repente, quitándose un liso mechón de cabello del afrente, un reflejo que ya es parte de su personalidad. “¿Te imaginas? Es lo mismo que ir de safari a África, pero estarías metido dentro de una gota de agua, o un grano de tierra. Podrías convertirte en un submarino o un topo y salir en busca de todo ese bestiario de animales que están allá esperándote”.

Guau. Eso suena genial.

Porque la biodiversidad es una paleta genética de muchos colores, cada pigmento absolutamente crucial para la vida en el planeta, y eso incluye nuestra propia salud. Como señaló alguna vez el premio Nobel Paul Ehrlich, perder una especie es como reventar un remache en el ala de un avión. Uno puede reventar muchos remaches y el avión podrá seguir volando. Pero, ¿quién sabe cuántos remaches más habría de perder el ala para que el siguiente en reventar echara a pique la maquinaria?

El Día Mundial de la Diversidad Biológica se celebra por declaración de las Naciones Unidas cada 22 de mayo, con motivo de la conmemoración de la firma de la Convención sobre Diversidad Biológica. El lema de este año es ´Biodiversidad y cambio climático´.
Foto: Robert Creamer

martes, 20 de mayo de 2008

Anatomía de un incendio forestal


Desde hace más de cuatro días el estado entero de la Florida está ardiendo. El domingo ni siquiera pude completar mi caminata diaria por la playa porque el humo era tan denso que hacía arder los ojos y formaba una nube acre dentro de los pulmones. Más de 90 incendios forestales han cubierto a la península de humo blancuzco. La cuestión se agrava porque hay mucho viento.
Los incendios forestales, que han afectado a 40,000 acres de tierra, incluyendo el parque nacional de los Everglades, son una combinación de fenómeno natural para esta época del año, y muy posiblemente el trabajo de un pirómano que ya está tras las rejas. También ha habido un par de incidentes militares, uno con un jet de la marina que inició un incendio en el área de Ocala con una chispa de sus motores, mientras que una sesión de práctica bombardeo soltó las municiones donde no debía.

Durante un incendio el fuego se convierte en una entidad viva, creando sus propios vientos de convección que se retroalimentan y crecen fuera de control. El interior de sus llamaradas puede llegar a los mil grados Celcius, mientras que columnas de humo y cenizas se levantan kilómetros hacia arriba. El fuego en realidad es una reacción química que libera energía en forma de luz y calor. En el caso de un incendio de madera y pasto, la energía ha sido originalmente derivada del sol durante la fotosíntesis. Y entonces queda guardada en el interior de la planta en forma de celulosa. El calor de un incendio convierte a la celulosa en gases inflamables, que son forzados a salir de la madera y a combinarse con el oxígeno, dentro de un proceso llamado oxidación rápida.
En la base de cualquier llamarada existen una franja de gases supercalientes que aún no han hecho ignición, una delgada área azul de gases en ignición, y una franja amarilla y ancha de partículas incandescentes de carbón. El calor generado por este proceso continúa liberando gases inflamables de los pastos y maderas, los cuales se queman y generan más calor. El calor además acaba con la poca humedad que pueda haber atrapada dentro de la tierra. Siempre y cuando haya aire, combustible y calor para prender más combustible, el incendio continuará estable.
Las condiciones de sequía en EE.UU. están peores este año que el pasado y el anterior. En temporadas anteriores han llegado a ocasionar hasta 85,000 incendios forestales en todo el país. Yo por lo menos tengo la ventaja de estar del otro lado del problema, en la playa. ¡Una ventaja que se convierte en maldición durante los huracanes!

sábado, 17 de mayo de 2008

Darwin en el ciberespacio





Esta mañana me encontré con algo genial. Se trata de los archivos de Charles Darwin, disponibles gratuitamente por Internet, aquí. La excelente iniciativa de la Universidad de Cambridge ya tiene un mes de estar online. Son más de 20 mil documentos que se pueden leer página por página. Incluyendo sus libros El origen de las especies, donde el naturalista británico explicó su teoría de la evolución humana y de las criaturas; y el diario que Darwin escribió mientras viajaba a bordo del HMS Beagle, con anotaciones no sólo sobre animales y plantas, sino en geología, oceanografía y meteorología. En otra sección están sus notas íntimas, acerca de su familia y la religión, que tanto tuvo -y tiene- qué ver en el debate evolucionista. Sus notas muestran lo compleja y detallada que fue su labor naturalista.

El website tiene además unas mil ilustraciones, mapas y gráficas preciosas, de esas que se hacían antes y que hoy han sido reemplazadas por fotografías digitales en alta definición. Algunos naturalistas que conozco dicen que, aunque sea difícil de creer, en muchas ocasiones una buena ilustración revela más y es mucho más importante para un experto que una fotografía. Lo que sí sé por experiencia propia es lo complicado que es. Hace un par de décadas, durante mi propia excursión a la Isla de la Gorgona, en el pacífico colombiano para estudiar los efectos de El Niño de 1983 en los corales de esa isla misteriosa, tuve que entregarme a dibujar una rara especie de esponja marina. El dibujo había que hacerlo no a base de trazos, sino a base de puntitos diminutos. Una especie de puntillismo infernal.

Dele un vistazo a estas páginas y entre un poco en el mundo privado de este hombre que cambió para siempre nuestro destino. También serán sumamente útiles para los chicos que estén haciendo tareas y proyectos especiales para la escuela.

miércoles, 14 de mayo de 2008

011:01:16:19 “and counting”...



El lugar del “amartizaje” del Phoenix en el polo norte de Marte es equivalente en coordenadas a Alaska.


¡¡Yiaiks!! Esto marcaba (en el momento de escribir esta nota) el reloj que sigue la cuenta regresiva de la sonda marciana Phoenix, que el 25 de mayo, más o menos a las siete y media de la noche hora del Este de EE.UU., estará “amartizando” (¿será ese el término correcto?) O sea. Aquí vamos de nuevo. ¡Cuento los días y cuento las horas! El valiente aparatito ha estado viajando durante casi 10 meses, a una velocidad de 16,000 millas por hora, recorriendo exactamente 423 millones de millas (el equivalente a 18,000 veces la vuelta a la Tierra). Imagino la clase de vista que tendría ahora un piloto de cinco centímetros metido en ella: Marte rojo estaría casi llenando su ventana.

Le tomé cariño a la sonda Phoenix desde el día en que la ví expuesta en el ‘clean room’ (esa bodega de techos altos donde uno entra vestido de conejo) del Centro Espacial Kennedy aquí en la Florida. Me encantan sus redondos paneles solares. Y al igual que sus creadores, crucé los dedos con fuerza el 4 de agosto del año pasado, cuando despegó, anidada en la punta de su poderoso cohete. ¡Un pequeno geólogo interplanetario!

Unos 17 minutos después de su amartizaje, los controladores del Phoenix en la Universidad de Arizona en Tucson recibirán las primeras senales del aparato. Su sitio web está estupendo. Lo puedes ver aquí.

Como todas las misiones, Phoenix está motivada por el potencial tesoro en recompenses científicas. Con su brazo robot, será la primera misión en tocar hielo de agua (y no hielo de dióxido de carbono) en la region del polo norte marciano, que tiene el hermosísimo nombre de Vastitas Borealis. La misión estudiará la historia del agua en el hielo, observará el clima en la región del polo norte e investigará si el ambiente del subsuelo ha sido alguna vez favorable para alojar microbios.

A Marte no le puede importar menos qué ensayos, qué preparativos, qué planes hayamos hecho aquí en la Tierra con nuestro nuevo científico de alta tecnología. Es seguro que el planeta lleve a los científicos de carne y hueso por una ruta no anticipada. Pero bueno, de eso se trata, en eso consiste la exploración: una prueba tras otra.

La salida de campo de Phoenix durará tres meses. Tengo planes de pasarme por la universidad de Arizona, en Tucson, este verano para ver cuál es el “detrás de las cámaras” del control científico de esta misión. Después de que baje la marea de los primeros días del cubrimiento en la prensa mundial. Cuando ya la gente comience a perder el interés. Entonces será el momento de ir a meter las narices por allá.

viernes, 9 de mayo de 2008

¡Se buscan astronautas!




Guauu y recontra guauuuu. ¿Cuántas veces recibe uno un anuncio semejante?

Este boletín informativo me llegó ayer. Es de la Agencia Espacial Europea, ESA (que cada vez tiene más logros y más iniciativas geniales de exploración). Y no están bromeando. Es una convocatoria para reclutar a la próxima generación de astronautas. Los que irán a la Luna, entre otras cosas maravillosas. Durante este encuentro, se les dará a los asistentes las pautas del proceso de selección, y muchísima información clave. Creo que es un evento de prensa. Pero no veo por qué no puede ser algo para los candidatos a astronauta también. Sé que muchos de mis lectores no clasificamos (profundo suspiro…) pero para todos aquellos que sean europeos, ¿¿¿QUÉ ESPERAN???

Tienen que presentarse en:
El Centro Europeo de Astronomía Espacial, (en la foto/o fotos)
Avenida de Los Castillos s/n, Villafranca del Castillo, Madrid.
Cuándo:
El lunes 12 de mayo, a las 10:30 horas.
Si yo fuera europea, estaría corriendo tan aprisa hacia esa reunión, que me tendrían que atrapar con una red para detenerme. Además podrán conocer al carismático Pedro Duque, el “segundo primer astronauta español” (como bromea él mismo refiriéndose a su colega Michael López que es ciudadano de EE.UU.), Manuel Serrano, Jefe del Departamento de Retornos de Programas Científicos e Instalaciones del CDTI (organismo encargado de coordinar a la ESA con el gobierno y regulatorio de la participación Española)., y Antonio Torres, Jefe de Entrenamiento Básico de Astronautas, Centro Europeo de Astronautas de la ESA, quien explicará en qué consisten las pruebas y entrenamientos. (triple suspiro…)
Espero no estar creando una tormenta, pero me atrevo a darles el teléfono de la empresa de marketing que organiza el evento: Rebeca Suárez (91 715 43 37). No se pierde nada con llamar.
Vamos, directores de la ESA… ¿cuándo piensan enviar a un/una periodista al espacio?


lunes, 5 de mayo de 2008

Bebés bonitos que balbucean





¿Cómo sonará un pinzón cebra bebé pidiendo el desayuno?

Un fascinante estudio del MIT (Massachusetts Institute of Technology) concluyó que, al igual que los bebés humanos, los polluelos de las aves canoras balbucean antes de poder copiar el canto de sus padres.

“El balbuceo durante el aprendizaje de las canciones ejemplifica el comportamiento exploratorio que con frecuencia llamamos juego, pero que es esencial para aprender por ensayo y error”, dice el neurocientífico Michaele Fee, autor principal del estudio, que uso los bebés de finch en sus investigaciones. Desde el comienzo de sus vidas, los polluelos de finch producen un balbuceo muy variable (que puede escuchar aquí). Y practican su cancioncilla incesantemente hasta que logran producir la canción estereotipada y sin cambios de los adultos. Las investigaciones de Fee descubrieron que estas aves –y muy probablemente las demás aves canoras, como los canarios- tienen dos circuitos cerebrales dedicados exclusivamente a los cantos. Uno es para aprender y el otro es para producir la canción aprendida. Si se daña el primer circuito mientras el pajarillo aun está “en la escuela”, su canción nunca madurará porque su aprendizaje quedará truncado. Pero si se daña después que el ave es adulta, su canto no se verá afectado.

El que el canto sea manejado a través de dos circuitos motores en el cerebro del pájaro es información nueva para la ciencia. Lo interesante es que, si por alguna razón el ave sufre un daño cerebral que bloquea su capacidad de cantar, el circuito del aprendizaje -el del balbuceo- puede hacerse cargo nuevamente y re-enseñar el proceso de aprender a cantar.
“Los humanos podemos usar la corteza prefrontal, es decir nuestro equivalente de ese circuito de aprendizaje de las aves, para aprender cosas nuevas”, dice Fee.