¡Bravo Palmer Station!
Stacie, izquierda, y Diane, derecha, trabajan como chef y administradora, respectivamente, en Palmer Station, durante 5 meses. El plan del fin de semana: un descanso en el jacuzzi, a la sombra de los icebergs.
Pero mientras el tobillo sana, la mente quedó llena de las experiencias en Palmer, tanto ecológicas, científicas y de aventura, como humanas. Esa pequeñísima comunidad que es Palmer Station, allá en su lengüeta de roca y hielo, es un ejemplo de tolerancia y cohabitación amigable y respetuosa. Una sociedad que se autoregula, se cuida y se cura ella sola, como un organismo hecho de partes individuales que funcionan como un todo.
Si el resto de nuestras sociedades fuera como esta remota estación de investigaciones a los 64 grados de latitud sur, un ejemplo de respeto, el mundo sería otra cosa muy distinta. ¡Bravo Palmer!