Juntos en la Aventura

Un blog de Angela Posada-Swafford sobre ciencia, exploración y las cosas extrañas con que me encuentro durante algunos de mis reportajes./ A BLOG ABOUT COOL SCIENCE, EXPLORATION, AND SOME PERSONAL ADVENTURES IN SCIENCE REPORTING.

martes, 27 de enero de 2009

Selección natural…al revés


En estos días del bicentenario de Charles Darwin todos recordamos aquello de la “supervivencia del más fuerte”: los más aptos de una especie sobreviven para reproducirse y pasar sus genes a los que vendrán en el futuro, mientras que los rasgos de los que no dieron la talla desaparecen gradualmente.

La revista Newsweek tiene en su edición del 12 de enero algo sumamente interesante: en muchas especies de cacería en Estados Unidos (entre otros), parece estar sucediendo una especie de ‘evolución en reversa’: puesto que los cazadores rutinariamente matan a los animales alfa, aquellos más grandes y mejor equipados para alejar a la competencia y ganar el derecho a aparearse, la selección natural está entonces favoreciendo a los animales indefensos y de cornamentas más pequeñas y cabezas menos impresionantes, es decir, lo que los cazadores no quieren poner encima de su chimenea.

Así que, desde hace un siglo, cuando gente como Teddy Roosevelt comenzó a decorar sus casas con cabezas de animales impresionantes, las cosas se han estado invirtiendo para los alces, los ciervos, los búfalos, etc. Ahora los perdedores de la evolución son precisamente los más aptos.
Y, según el artículo, “la apariencia no es lo único que está cambiando. El comportamiento se adapta también, desde la forma en que los animales actúan hasta la forma en que se reproducen”. El problema no es tanto el cambio, dicen los expertos, pues la selección natural significa cambios. Sino cuando el cambio no tiene sentido evolutivo.

El resultado es que cada vez disminuye el tamaño de la cornamenta de los alces y ciervos y ovejas salvajes machos. En Australia, los canguros. El tamaño importa porque es un reflejo, en estos casos específicos, de individuos que son seleccionados artificialmente para ser recompensados por el hecho de ser inferiores.

viernes, 23 de enero de 2009

¿Atlántida en Miami? No. ¡Es un cementerio submarino!


Así mismo. No sólo cementerio. También un arrecife sintético (el más grande que existe hasta el momento, ocupando 64 mil metros cuadrados de terreno arenoso a unos 50 pies de profundidad) que ya comienza a ofrecer toda clase de nichos para varias especies de organismos subacuáticos. Y encima de todo, un lugar genial para ir a bucear. Se llama Neptune Memorial Reef, y su construcción, a escasos 5 kilómetros al este de Key Biscayne, comenzó hace cosa de un año y medio.
La cuestión lo hace a uno sentir que está entrando en la Atlántida: ruinas de columnas, capiteles, estatuas, leones, calendarios e instrumentos celestiales, arcos, portones de cuatro metros de altura, estructuras con sabor greco romano y de Hollywood. Todo eso, artísticamente hecho en concreto y metal. Es perfecto para un set de cine.
La parte del cementerio funciona así: usted muere, su familia contacta a Neptune, ellos lo creman a usted y después deciden en qué parte de la ciudad sumergida lo quieren colocar (eso en base a los precios, que van desde 1,000 a 6,000 dólares: muy barato, considerando que un entierro en tierra firme con ataúd de madera se va por los 3,000, al menos). Sus cenizas entonces pasan a mezclarse con concreto líquido, para ser colocadas dentro de alguna de las estructuras de la Atlántida, con una placa de metal. Ya hay varias personas allí metidas, por lo menos un centenar más ha comprado su parcela, y el lugar podrá cobijar más de 100,000 almas.
El negocio es bueno para los creadores del cementerio/parque/arrecife, quienes debieron salvar innumerables obstáculos ambientales y estatales. Ellos dicen, y no les falta razón, que de esta manera están quitando parte de la presión del turismo sobre otros arrecifes naturales. Y que un cementerio así es más ecológico que uno en tierra.
He visto ornitólogos profesionales emprender salidas de observación en los bosques de algunos cementerios aquí en EEUU. No me extrañaría que en un futuro este lugar también atraiga ictiólogos y otros expertos en vida submarina para examinar el proceso de colonización que la fauna y flora marina hacen en estos aposentos.
En cuanto al lugar del descanso eterno, es mucho más original que simplemente arrojar las cenizas al agua. Y mucho más seguro para el fallecido que meterlas dentro de un cohete que puede fallar (que fue lo que le sucedió al famoso Scotty de Star Treck, cuyos restos no alcanzaron la ‘última frontera’).

miércoles, 21 de enero de 2009

"Devolveremos la ciencia al lugar que le corresponde"


“We will restore science to its rightful place”, devolveremos la ciencia al lugar que le corresponde, fue una de mis partes favoritas del discurso de Barack Obama durante su toma de posesión ayer en el gélido Washington DC. Las palabras me sonaron como un bálsamo en los oídos, ahora que la ciencia en EE.UU. ha estado más atacada que durante los días de Galileo, con medidas draconianas e ilógicas.

La ciencia rige nuestras vidas. En todo lo que hacemos y en todo lo que somos. Cómo afrontemos la ciencia, la ingeniería y la innovación tiene directamente que ver con el aire que respiramos, la comida que comemos, los medicamentos que tomamos, la duración de nuestras vidas, el ordenador frente a usted y la prosperidad de su país.
Las siguientes son algunas citas de Obama, no ayer, sino en discursos del pasado.

  • Sobre innovación:
    Mi administración aumentará los fondos para las investigaciones básicas en las ciencias físicas y biológicas, las matemáticas y la ingeniería, a una tasa que doblaría los presupuestos básicos de investigaciones durante la próxima década. Aumentaremos el dinero de investigaciones para especialistas que apenas comienzan su carrera, para mantener a los jóvenes científicos interesados en estas disciplinas. El número de científicos jóvenes en América está declinando, por lo que ésta es una buena idea.
  • Sobre cambio climático:
    EE.UU. debe levantarse de la banca y tomar la acción que ha debido tomar hace mucho tiempo, aquí en nuestra propia casa, para reducir nuestras propias emisiones de gases de invernadero. También debemos asumir el papel de liderazgo diseñando tecnologías que nos permitan una economía próspera a la vez que reducimos en un 80 por ciento las emisiones por debajo de los niveles de 1990, para 2050.
  • Sobre inspirar a los jóvenes:
    Parte de lo queremos hacer es abrir la Casa Blanca... En cuanto a la ciencia, queremos elevar la ciencia nuevamente, y tener charlas en la Casa Blanca, donde los expertos hablen de viajar a las estrellas, o dividir átomos: inspirar a nuestros jóvenes para que se lleven una idea de lo que es el descubrimiento”.
  • Sobre células madre:
    Apoyo fuertemente expandir las investigaciones en células madre. Creo que las restricciones que el Presidente Bush impuso sobre dar dinero para las investigaciones en células madre embrionarias humanas han esposado a nuestros científicos y afectado nuestra capacidad para competir con otras naciones. Como presidente, levantaré la prohibición que impide apoyar con dinero federal las investigaciones con las líneas de células madre creadas después del 9 de agosto de 2001. Y a través de una orden ejecutiva me aseguraré de que todas las investigaciones con células madre se lleven a cabo de forma ética y con supervisión rigurosa.
    También sé que se sugiere que las células madre humanas de varias clases podrían hacer que las embrionarias no fuesen necesarias. No estoy de acuerdo. Estas células no tienen la versatilidad de las embrionarias, y no las pueden reemplazar.
  • Sobre el espacio:
    Entre 1958 y 1973, el National Aeronautics and Space Council (Consejo Nacional de Aeronáutica y Espacio) supervisó las actividades espaciales para cuatro presidentes. Voy a restablecer ese Consejo para que se reporte a mí. Va a supervisar y coordinar todas las actividades espaciales militares, civiles y comerciales. Va a solicitar la participación del público, la de la comunidad internacional, y va a trabajar hacia una visión del espacio en el siglo 21, que constantemente avance la creación de nuevas tecnologías a medida que persigue un portafolio nacional equilibrado que expanda nuestro alcance hacia los cielos y mejore la vida en la Tierra.

Pero, Barack Obama ha prometido hacer algo aun mejor que todo eso: restaurar el principio básico de que las decisiones gubernamentales deben basarse en la evidencia científicamente válida y no en las predisposiciones ideológicas de un puñado de gente. O sea, libertad de investigación científica.

Ayer, esto me sonó a gloria:

"Devolveremos la ciencia al lugar que le corresponde, y blandiremos las maravillas de la tecnología para aumentar la calidad del cuidado de la salud y disminuir su costo. Enjaezaremos al sol y los vientos y el suelo para impulsar nuestros autos y hacer funcionar nuestras fábricas. Y transformaremos nuestras escuelas y universidades para satisfacer las demandas de la nueva era. Todo esto lo podemos hacer."

martes, 6 de enero de 2009

El espíritu rosado de la selva anfibia


Foto: Cortesía de Fernando Trujillo

El Amazonas es una selva anfibia. Un río vertical, cuyas inundaciones anuales invitan a los peces a comer frutos de los árboles y los delfines rosados vuelan como espíritus entre las ramas de los árboles sumergidos.

Nadar entre los legendarios delfines rosados de la Amazonía Inia geoffrensis (con énfasis en la primera Í) es jugar al juego de las adivinanzas. Uno está flotando en el agua color coca-cola diluida de las lagunas apacibles (pero no libres de pirañas y una que otra anaconda) del Amazonas colombo-peruano, donde no tiene más de dos metros de visibilidad. Las criaturas están allá en la distancia, sus lomos rosa pálido subiendo y bajando, mientras su primitiva aletita, que es más una quilla dorsal, aparece y desaparece y vuelve a aparecer, cada vez más cerca. El corazón se acelera, intuyendo el encuentro, sintiendo la curiosidad del delfín, deseando que no cambie su rumbo. Está muy cerca. Su sombra rosada pasa bajo el agua y desaparece en las profundidades. Se ha ido… Piensa uno con desilusión. Pero entonces, ¡tamaña sorpresa!: una salva de burbujas que provienen directamente de debajo revientan justo bajo nuestra quijada. ¡Inia está jugando! Vaya, nos está tomando del pelo, incluso, porque luego se aleja, como para darle continuidad al misterio.

Son unas criaturas casi mágicas, los delfines rosados de la Amazonía. No sólo porque es el único lugar donde aún quedan (los delfines del Yangtze en la China fueron llevados a la extinción no hace mucho). Sino porque son increíblemente primitivos, casi alienígenas, con su extrañamente largo rostrum, y su abultado melón para ecolocar en medio del mundo opaco de la selva sumergida. Y porque, a pesar de la hostilidad de algunos pescadores hacia ellos (los delfines rompen las mallas y mordisquean el pescado), están rodeados de leyendas y mitos sensacionales.
Inia es un tipo curioso. Vive en ciudades sumergidas bajo el poderoso caudal de este río de los mil ríos. Uno sólo puede imaginar esas ciudades de las leyendas, quizás hechas con paredes de lodo y custodiadas por el espectacular pirarucu, un pez prehistórico metido dentro de su propia armadura. En ciertas noches, Inia deja el río para venir a fiestear entre los terrestres. Pero como lo precede su reputación de Don Juan roba-doncellas, debe disfrazarse cuidadosamente para no despertar sospechas. Entonces se coloca un sombrero para tapar el respiradero, que no es otra cosa que una raya del río. A manera de cinturón, Inia usa una boa constrictor; el reloj es un cangrejo, y los zapatos son un par de “cuchas” negras, otro pez-dragón que sólo existe por aquí.

Es cierto que el delfín rosado del Amazonas es rosado. A veces es sutilmente rosado como la pantera rosa, o casi rojo como un flamenco. Eso depende en parte de la claridad del agua donde vive: entre más oscura el agua, más rosado el delfín. Pero cuando nace es gris (una hermosa transformación que me recuerda a los caballos blancos lipizanos, que son negros al nacer). “Hemos observado que los inia son como nosotros”, dice Fernando Trujillo, el biólogo colombiano a quien vine a acompañar durante una semana para hacer un reportaje, y una de las autoridades mundiales en la conservación de esta criatura. “Se ponen más rosados cuando hacen mucho ejercicio”. Y, como tantas otras criaturas, cada vez hay menos de ellos. Las leyendas, que de cierta manera habían protegido a Inia de la depredación humana (pues algunas pronostican que matarlos atrae la desgracia), han ido cediéndole el paso a la necesidad de usar la carne del delfín como carnada para peces comercialmente atractivos.

Los delfines amazónicos (las tres especies de Inia, más el diminuto y alegre Sotalia, el delfín gris que es similar a los delfines típicos de mar) están en aprietos. Mientras tanto, Trujillo y su Fundación Omacha, corren contra el reloj para estudiarlos y especialmente, para tender lazos entre las comunidades locales y el delfín, que abracen las necesidades humanas y a la vez, aquellas de la naturaleza. Su bonito trabajo será materia de un artículo en la revista Muy Interesante, y un pequeño resumen en un futuro post de este blog.
A lo largo de los años he visto muchos delfines en el mar. Pero este…este vuela entre las ramas de la selva sumergida. ¡Es verdaderamente alucinante!
Quiero agradecer a la World Wildlife Fund de Colombia en Colombia por haberme ayudado a concertar estas estupendas salidas de campo con tres de los biólogos que ellos apoyan, y que han sido fuente de investigaciones clave para mis notas.