Para quienes acumulamos artefactos extraños, la biodiversidad es una colección de tesoros. Una colección de orquídeas, semillas arrugadas y eucaliptos; hormigas, garras de tigre y colmillos de cocodrilo; plumas, escamas y cáscaras de banana; la piel del leopardo, el tronco de un pino y el ojo de una ballena; vuelos de cortejo, gritos de guerra y el aroma de la tierra cuando llueve. Cuando encontramos algo que es raro, lo agregamos mentalmente a la lista -aparentemente interminable- de formas que puede tomar la vida. Sonreímos asombrados porque hemos descubierto una variación más de un tema muy antiguo. Una nota nueva en la melodía que nuestros amigos aún no han escuchado. ¿Cómo podemos darnos el lujo de perder esas notas si aún no tenemos en nuestras manos la partitura completa del concierto?
Durante estos 25 años de estar escribiendo y filmando reportajes sobre animales, plantas y microbios, son muchos los biólogos y botánicos estupendos y apasionados por su trabajo que he conocido. Pero mi profesor de Harvard,
E.O. Wilson, creo que se gana el premio gordo. Edward O. Wilson (quien ha sido comparado con el Darwin del siglo 20), tiene más de 75 años. Y todavía llega a su laboratorio en Cambridge antes de las 10. Desde que tenía 13 se dedicó a los insectos, y de estos, su criatura escogida, fueron las hormigas. Nadie, nadie en este planeta sabe más sobre las miles de especies de hormigas que EO Wilson. Ha descrito y pintado a mano cada una de ellas con la paciencia de un naturalista del siglo 18, grabando en detalle sus minúsculas diferencias anatómicas. Descubrió que se comunican por señales químicas, y hasta escribió un tomo del tamaño de un directorio telefónico sobre las hormigas.
Hacia la mitad de su carrera, Wilson se convirtió en una especie de campeón de la biodiversidad y de su importancia. “La diversidad de especies en la Tierra es mucho más que una bonita colección de cosas vivas”, me dijo recientemente durante una visita a su laboratorio, que está lleno de cajoncitos que sirven de ciudadelas para infinidades de hormigas. “Existen al menos 1.5 millones de especies de organismos reconocidos sobre el planeta. Cada año se describen otras diez mil especies nuevas para la ciencia, casi todas microscópicas. Pero eso no es nada: aún nos quedan por descubrir y catalogar al menos diez millones de organismos desconocidos, en su mayoría insectos y bacterias”, añade colocando a un prófugo dentro de una de las cajas, con unas pinzas.
“Si yo tuviera nuevamente 13 años, estudiaría microbiología”, dice de repente, quitándose un liso mechón de cabello del afrente, un reflejo que ya es parte de su personalidad. “¿Te imaginas? Es lo mismo que ir de safari a África, pero estarías metido dentro de una gota de agua, o un grano de tierra. Podrías convertirte en un submarino o un topo y salir en busca de todo ese bestiario de animales que están allá esperándote”.
Guau. Eso suena genial.
Porque la biodiversidad es una paleta genética de muchos colores, cada pigmento absolutamente crucial para la vida en el planeta, y eso incluye nuestra propia salud. Como señaló alguna vez el premio Nobel
Paul Ehrlich, perder una especie es como reventar un remache en el ala de un avión. Uno puede reventar muchos remaches y el avión podrá seguir volando. Pero, ¿quién sabe cuántos remaches más habría de perder el ala para que el siguiente en reventar echara a pique la maquinaria?
El Día Mundial de la Diversidad Biológica se celebra por declaración de las Naciones Unidas cada 22 de mayo, con motivo de la conmemoración de la firma de la Convención sobre Diversidad Biológica. El lema de este año es ´Biodiversidad y cambio climático´.
Foto: Robert Creamer
3 comentarios:
Hola de nuevo, científica!
Creo recordar que MI es un adjetivo posesivo... lo cual solo puede indicar que, que, que...
FUISTE A HARVARD? Oh, my God! That's incredibleee! Cuenta, cuenta :)
La comparación entre el safari y la gota de agua es, como suele decirse, sencillamente genial. Nunca lo había pensado así...
Y yo sigo sin saber qué estudiar, aunque aun queda algo de tiempo
Un beso!
Hola Estela,
Si, yo estuve en Harvard y en el MIT en el 2001 dentro de una beca de un ano para periodistas cientificos. Fue una experiencia increible, y por eso regreso a esas dos universidades cada vez que puedo, para reencontrarme con la atmosfera maravillosa de la academia, y para visitar viejos amigos.
EO Wilson es absolutamente maravilloso.
Creo que vi en el National Geographic un artículo sobre él por todo eso de las hormigas...
Me parece increíble tener tanta paciencia para dibujar, catalogar, etc tantas especies de hormigas.
Harvard...Buf! Tiene que ser maravilloso, una pena ser una simple mortal y no poder ir nunca xD
Besos!
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio