Todas esas marquitas como puntos son los aterrizajes de los murcielagos sobre el "techo" para luego ingresar a la casa por el borde.
Bernal Rodriguez Herrera muestra la hoja en forma de canoa bocabajo
Fotos: Gilberto Reuto
Es una mañana de mucho sol, pero bajo el dosel de la selva que hay detrás de la reserva biológica y centro de ecoturismo de
La Tirimbina, en la región de Sarapiquí, Costa Rica, el ambiente es fresco. Vine a conversar con el experto número uno en murciélagos en Costa Rica, el Dr. Bernal Rodríguez Herrera. Caminamos por el que tengo entendido es el puente colgante más largo del país, descendemos luego una escalerilla de metal en espiral y llegamos al piso lleno de hojarasca crujiente de una selva cortada en dos por un río absolutamente delicioso e invitador. Qué ganas de echarse a nadar. Pero no es cuestión de cambiar el plan: hay que seguir el pos del investigador.
Poco después Bernal se detiene en seco y apunta con el brazo. “Ahí hay una. Vamos a ver si está ocupada”. La hoja de heliconia me parece idéntica a todas las demás. Lo único que noto ligeramente distinto es que los dobleces de ésta la hacen parecer una canoa boca abajo. Pero el ojo experto de Bernal la identifica de inmediato: esta hoja ha sido pacientemente modificada por los dientecillos de los murciélagos hasta formar una casita en el aire, una tienda de campaña. “Literalmente una carpa para acampar”, me dice.
No me lo creo hasta que no me agacho y alzo la vista bajo la “canoa”. Apenas si puedo contener el grito: tres bolitas de algodón perfectamente blancas con orejas amarillas como gremlins me miran impasibles. Están colgados bocabajo de su techo verde, escampando sol y quizás preguntándose la causa de todo este alboroto en medio de su “noche”. Yo nunca había visto a un murciélago blanco. No son comunes, y Costa Rica es uno de los pocos lugares donde existen. Esta especie en particular (Ectophylla alba) solo existe en Centroamérica. Es sencillamente precioso, incluso si quienes detestan a los murciélagos no me creen. Sus alas tienen el más suave tono de gris-humo. No puedo evitar pensarlo: son como etéreos, ¡tienen aspecto adorable! Es hora de que los descubra algún director de cine para crear al próximo ET. Pero es su hábitat el que me llama la atención. Hasta hoy había pensado que los murciélagos dormían en cuevas o en el interior de troncos de árboles vacíos.
Son pocas las especies de murciélagos que “acampan” en selva traviesa. Y cada arquitecto tiene su hoja favorita y su estilo artístico personal. Hay carpas cónicas, otras en palmas, otras redondas, otras alargadas. Bernal es la única persona que ha observado por largo rato a los diligentes murciélagos, y hasta los ha filmado en plena acción en medio de la noche, con cámaras infrarrojas. Y ha aprendido la forma increíblemente ingeniosa en que trabajan estos arquitectos nocturnos, haciendo indentaciones a lo largo de la vena principal de la hoja, y luego doblándola con sus cuerpos, como quien dobla un cheque antes de arrancarlo de la chequera.
El tema a fondo lo escribiré para
Muy Interesante en un futuro cercano, porque Bernal ha hecho importantes descubrimientos con implicaciones bien interesantes, que están siendo publicados en revistas científicas de primer orden. La Tirimbina es un sitio estupendo porque sirve de hotel para el ecoturista, y a la vez de plataforma de investigaciones para biólogos y estudiantes de biología y botánica de todas partes, que vienen a usar la selva como laboratorio natural.
1 comentarios:
Hola
Será estupendo poder leer el articulo en el Muy
Un saludo
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