
Rick Linnehan/NASALa hermosa y poco usual huella que dejó el Atlantis hace unos meses, tomada desde el centro de prensa del KSC/Angela SwaffordEste martes en la madrugada (alrededor de las 2 a.m. hora del este en EE.UU.), estaré despidiendo a
Rick Linnehan -otro más de de esos astronautas que se han convertido en amigos tras años de estar siguiendo sus carreras en la NASA- en el inicio de la que se perfila como una larga misión
STS-123, para añadir a la
Estación Espacial Internacional (ISS/EEI) la primera sección del
módulo de experimentos japonés Kibo. Ver el despegue de un transbordador siempre es una especie de comunión colectiva. El aire, durante el último minuto de la cuenta regresiva, está eléctricamente cargado de emoción, suspenso, buena vibra, y un tanto de envidia por esos siete sentados allá arriba en su cabina. Pero claro, cuando se tiene una conexión un poco más estrecha, la experiencia es tanto más enriquecedora y bastante más íntima. Porque, en lugar de estar parado al lado del reloj digital frente al centro de prensa del
Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral junto a docenas o cientos de colegas, uno está en una pequeña tribuna lejos de allí, pero con una posición igualmente privilegiada, al lado de las familias de los tripulantes. Y la mezcla de emociones puede ser algo muy hermoso.
No obstante, últimamente se percibe algo distinto en los pasillos de la NASA. En todos estos 20 años de andar cubriendo el programa espacial estadounidense, la atmósfera siempre había sido una de “EE.UU. tiene la batuta al respecto de la exploración tripulada del espacio, estamos a la cabecera”. Pero ahora, a medida que se acerca el punto de no regreso para la eliminación del programa del
shuttle, se levanta un coro de críticas a la Administración Bush por haber dejado a EE.UU. sin acceso directo tripulado al espacio durante los años venideros. A partir de 2010 el transporte a la ISS estará en manos de los rusos durante al menos cinco años…para bien o para mal.
Personalmente creo que desde el punto de vista geopolítico, sin duda es un error estratégico madre. Lo mismo opina el senador Dave Weldon, quien está urgiendo al Congreso aprobar dinero extra para mantener al menos un transbordador activo que haga viajes esporádicos a la ISS. Y/o, apurarle con el
Programa Constellation y ayudar a entregar la
cápsula Orión antes del 2015. Ceder el liderazgo del espacio tripulado a los rusos y a los chinos tampoco ayudará a encender las mentes y las imaginaciones de los chicos jóvenes estadounidenses al respecto de la exploración espacial.
Mientras tanto, al menos aun es posible escuchar el sonido del trueno que se mete en los huesos con la explosión controlada de los 7.78 millones de libras empuje del malcriado pero absolutamente espectacular transbordador.
¡
Godspeed y buena mar, Rick!
Para ver el despegue, los preparativos y el cubrimiento en vivo de la misión sts-123 la madrugada del martes, aquí está el enlace a
NASA TV.