A explorar siempre

Para llevar a cabo la exploración, los ingenieros del Woods Hole Oceanographic Institution (la misma que descubrió el Titanic) se inventaron dos nuevos vehículos autónomos y otro atado a un cable, especialmente diseñados para la tarea extremadamente difícil de trabajar en la cordillera submarina de Gakkel. Esta es la extensión del sistema de montañas sumergidas que separa a la placa tectónica de Norteamérica de la placa de Eurasia, debajo del océano Ártico, cerca del Polo Norte, y corre entre Groenlandia y Siberia. Tiene entre tres y cinco kilómetros de profundidad.
Dentro de un ecosistema que de por sí ya es bastante exótico (la fauna de las chimeneas hidrotermales del fondo del mar), hallar una de estas en una región del lecho marino que ha estado aislada por tantos millones de años, sería lo mismo que toparse con unas Galápagos del abismo. Es decir, un lugar lleno de especies totalmente distintas de todo lo que conocemos. Nadie se imaginaba que pudieran existir estas chimeneas de agua super caliente debajo del mar de hielo, pero aparentemente existen.
Lo genial aquí son los nuevos instrumentos, diseñados para buscar, hallar, hacer mapas y traer muestras de rocas y vida en condiciones extremadamente hostiles. Porque cualquiera puede botar al mar una sonda o un instrumento robot, ¡pero el truco es recuperarlo!
Mientras haya cosas por ir a descubrir, estamos condenados a explorar siempre.