En primera persona
Bien, este viaje está a punto de terminar. Tuvimos algunos problemas pero nada que no pudiéramos resolver. Logramos todos los objetivos que nos habíamos propuesto y unos cuantos más que no estaban planeados. Reflexionando acerca del vuelo y de esta experiencia, no estoy tan impresionado con lo que hemos hecho, sino con lo que aún nos queda por hacer. Dejamos la Estación ayer, y viéndola flotar sobre la tierra, esta una vez inmensa estación espacial, se convirtió en apenas otro punto de luz en el cielo nocturno. Con el trasfondo de la madre tierra observando el abrazo del padre cielo, la magnitud de lo que estamos haciendo se estrelló de cabeza contra lo que todavía tenemos por delante. Hemos hecho tanto, pero apenas arañamos la superficie de todo lo que nos queda por explorar. Es algo cierto no sólo para quienes han escogido explorar el espacio, sino para aquellos que permanecen en tierra. Desde esta percha no hay fronteras. El agua es el agua y la tierra es la tierra. La atmósfera está bellamente estratificada en gloriosos azules que se deshacen en rojos y amarillos, y nuevamente azules. La noche trae a la vista los destellos de los rayos de una tormenta allá abajo, las luces nocturnas de las grandes ciudades, los incendios forestales, y el resplandor de las partículas solares entrando a la atmósfera superior. Podremos ser distintos pero todos somos iguales. Podremos vivir en lugares distintos pero todos vivimos en el mismo lugar. Podremos pensar que somos importantes, pero no más que el de al lado. Si este viaje me ha enseñado algo, es que todos nuestros esfuerzos y logros palidecen en comparación a los esfuerzos y logros de Dios. La unidad que nos rodea y que es nuestra realidad hace que reflexione sobre todo lo que tenemos que aprender aún...sin importar a dónde escojamos viajar. Por ahora, echo de menos a mi esposa y mis hijos, y no veo la hora de verlos pronto.
Paz- Danny Olivas
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