“Estamos comprando el Burán”, me dijo…
Pasé tres meses sin creerle a Gerhard, hasta que me mostró estas fotos, arriba, del mismísimo Burán en una barcaza en el Rin, dirigiéndose hacia su destino final. Guauuuu.
Desde que fuera retirado en 1988 tras una serie de 25 pruebas de vuelos atmosféricos, el Burán-Análogo 002, es decir, la versión de pruebas del aparato que habría de volar al espacio, estuvo carcomiéndose en una bodega rusa. Durante años estuvo en venta por Internet, pero nadie quería invertir el mínimo de 6 millones de dólares en este exótico pájaro. Finalmente fue vendido a una compañía australiana que lo tuvo en exhibición en el puerto de Sydney para los olímpicos del año 2000. Pero a los australianos se les acabó el dinero también, y la nave fue a dar a Bahrain, donde se le mostró dentro de un festival de verano. Cuando el dinero escaseó, el pobre Burán languideció, parcialmente desmantelado, dentro de otra bodega, esta vez en un puerto del Golfo Pérsico.
Y entonces el museo Technik, que llevaba 10 años observando el periplo de la nave rusa alrededor del mundo, invirtió un montón de dinero -que estoy por averiguar-, más otros 10 millones de dólares para mantener la exhibición, y simplemente se trajo el Burán a Sinsheim. Y allá, a partir del mes de octubre, estará en compañía de otros aviones tan distinguidos como el Concorde francés y un Tupolev Tu-144.
La exposición de octubre se llama Space Expo, y además del Burán incluirá una estupenda colección de artefactos relacionados con el espacio, tanto europeos, como estadounidenses. Aunque si conozco bien a Gerhard, no sería de extrañar que se haya conseguido objetos de los japoneses, los chinos y hasta los brasileros…
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