Visto en persona, el SpaceShipOne es más pequeño y frágil aún de lo que se veía en las fotos y las noticias de la prensa. El pequeño avioncito, que casi parece un avión de modelos a escala, entró en la historia como el que abrió la puerta al turismo espacial. Y vino a dar aquí, al Museo del Aire y el Espacio del Smithsonian en el venerable Mall en Washington DC., al lado de otros aviones tan especiales. Lo que más me ha impactado es la abolladura que tiene en la cola, justo bajo el exosto, o la tobera. Es testimonio de un aterrizaje con vientos cruzados en el desierto de Mojave, después de la odisea de menos de una hora que lo llevó al espacio durante cinco minutos en 2004. Que un avioncito hecho de resinas y fibra de vidrio en un hangar privado haya logrado ir y regresar sano y salvo -varias veces- a donde sólo los cohetes de las agencias espaciales llegan es algo que a uno a veces no le cabe en la cabeza. ¡Por eso había que venir a verlo!
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