¡hijuekxmkftrgrzrput!: Para tolerar el dolor
“Insultar es una respuesta tan común ante el dolor, que tiene que existir una razón por la cual lo hacemos involuntariamente”, dice Richard Stephens de la Universidad de Keele en Inglaterra, quien encabezó el estudio. “Yo aliento a la gente a que diga palabrotas cuando sufren heridas”, añade. No está claro cómo el lanzar juramentos logra este efecto físico, pero en ello está involucrada la amígdala, un grupo de neuronas que conforman el circuito más emocional y primitivo del cerebro. Tiene que ser un mecanismo de defensa integrado en nuestro cerebro.
“Los insultos son como la bocina del automóvil”, dice el sicólogo Timothy Jay. “Te permiten expresar furia, sorpresa, felicidad, afán. Uno puede hacer muchas cosas con ellos”.
O pregúntele al congresista Wlson: él sí que ha podido hacer cosas con el suyo, como por ejemplo causarle daño a su carrera.
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