Nanoesferas recubiertas de diversos materiales para burlar las defensas del cuerpo y poder entregar su preciosa carga de medicinas anticancerosas en el blanco. /Nanomednet y Northwestern University.
Después de cuatro días en este
"fellowship" sobre Nanotecnología en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, uno sale con las meninges inflamadas por la descarga tan violenta e intensiva de información a que es sometido. No en vano, estas mini becas para periodistas científicos han sido apodadas un “boot camp” (o campamento de entrenamiento militar para infantes). Y no en vano son una de las mejores formas de sumergirse en medio de la crema y nata de la tecnología de punta llevada a cabo en EE.UU.
Aunque la nanotecnología en sí no es nada nuevo, la novedad de las aplicaciones, su cantidad y visibilidad, va creciendo exponencialmente. Dentro de cinco años, prácticamente todo lo que nos rodea contendrá materiales, superficies o procesos a escala “nano” (un nanómetro es una billonésima de un metro). En medicina, por ejemplo, los avances son geniales. El ingeniero químico de MIT
Robert Langer, que está convirtiéndose en una de las personas que más influenciarán nuestro futuro cercano, está diseñando nuevas formas de entregarle medicinas al organismo que son alucinantemente ingeniosas.
“La nanotecnología es crucial en medicina porque podemos poner medicamentos en partículas pequeñísimas que no se coagulan en la sangre, penetran fácilmente dentro de las células, tienen un área de superficie muy grande, y son capaces de crear texturas en las superficies. Por ejemplo, el
Doxil es un medicamento de quimioterapia para el cáncer de ovarios aprobado por la Administración de Alimentos y Bebidas, FDA. Son liposomas, pelotitas de grasa de 100 nanómetros de diámetro que contienen el ingrediente activo, y que, gracias a su tamaño, lo hacen llegar a las células cancerosas. La ventaja de las nanopartículas es que son capaces de entregare al cuerpo cientos de miles de moléculas de la medicina, mientras que la tecnología prevalente sólo entrega una molécula a la vez. Es decir, la oportunidad de tener éxito es muchísimo mayor”.
Pero no es una tecnología fácil de domar: las nanopartículas tienden a encapsularse, y cuando entran al torrente sanguíneo, se las comen los macrófagos como si fueran peces hambrientos detrás de los huevos recién puestos por el coral. Al mismo tiempo, está el reto de pasar a través de la pared de la célula, que es como tan difícil como las de un castillo medieval. El truco aquí consiste en disfrazar la nanopartícula para que la célula la vea como si fuera agua.
“La idea es hacer algo que a la célula no le parezca algo tan ajeno. Y entonces estamos recubriendo las nanopartículas con una capa de una sustancia llamada PEG, glicol de polietileno, que le da la apariencia de una bolita con pelos. Esto hace que los macrófagos dejen tranquilas a las partículas, y que la célula les permita el paso”. Remover este obstáculo ha permitido al laboratorio de Langer concentrarse en la tarea de hacer llegar el medicamento a donde debe, es decir, al tumor canceroso.
Pero Langer va más allá. El año entrante comenzará pruebas clínicas en pacientes de cáncer de ovario para otra tecnología, que consiste en hallar moléculas que apaguen a los genes que están causando el problema. “Podría ser una inyección cada dos semanas”, dice Langer.
Es como ser un cartero que debe entregar una carta terriblemente importante, a veces sin tener la dirección del destinatario, y que debe protegerse de ataques de dragones, de tormentas, de ladrones, de toda clase de cataclismos.
6 comentarios:
Saludos
Recibe un cordial saludo de Maestro José Galarza
Me encantan los temas que publicas. Mucho éxito
Cuando puedas visita mi blog. www.planetaeducador.com
Asi lo hare, Maestro Galarza, muchas gracias!
angela
Hola aventurera de la ciencia... que post tan chévere, todo parece sacado de una historia de ciencia ficción de Asimov o algo así. Nunca en la vida hubiera imaginado la “medicina blindada” como la he llamado. De seguro ese viaje que hiciste al MIT fue de locos y lleno de asombros y woooow´s. Me encantó esta parte: “...Y entonces estamos recubriendo las nanopartículas con una capa de una sustancia llamada PEG, glicol de polietileno, que le da la apariencia de una bolita con pelos. Esto hace que los macrófagos dejen tranquilas a las partículas, y que la célula les permita el paso”. Un gran abrazo desde Colombia Angela y felicidades por este post, me encantó.
Realmente interesante. Tecnología realmente punta. Para llegar a eso hacen falta una solida formación de química y bioquímica, muchas horas de quebraderos de cabeza y otras muchas de ensayos (método de error y ensayo) hasta dar con algo que surta efecto, como podría ser el caso.
Sin embargo, buscando siempre el lado negativo, no quiero ni pensar las derivadas que pueden tomar estos descubrimientos aplicados a fines bélicos y/o terroristas.
Es lo malo que tenemos la gente de ciencia: tendemos a ver el mundo con cierta asepsia científica (y hasta inocencia, diría yo) y no nos damos cuenta de que siempre habrá gente con ideas maquiavélicamente peligrosas y malintencionadas.
Espero, simplemente, que predominen los usos con buenos fines, pongamos por caso, los fines médicos.
Me tienes enamorado.
ay, que lindo esta eso! gracias!!!!
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