Juntos en la Aventura

Un blog de Angela Posada-Swafford sobre ciencia, exploración y las cosas extrañas con que me encuentro durante algunos de mis reportajes./ A BLOG ABOUT COOL SCIENCE, EXPLORATION, AND SOME PERSONAL ADVENTURES IN SCIENCE REPORTING.

martes, 14 de noviembre de 2006

Nuestra creciente Némesis en el espacio



Júpiter tiene en órbita varias lunas de nombres románticos; Saturno, un espectacular sistema de anillos de partículas de hielo; Venus, una compleja red de asteroides; y la Tierra, cohetes desbaratados, un guante de astronauta, reactores nucleares, llaves inglesas, tapas de lentes, satélites sin combustible y tornillos. Y pronto, la basura de la Estación Espacial Internacional. Hasta ahora, la NASA había ejercido una estricta política de no tirar nada por la borda intencionalmente. Pero esto podría estar a punto de cambiar. Desde que la flota de transbordadores quedara varada en tierra tras el accidente del Columbia en 2003, la basura y los equipos usados a bordo de la ISS se comenzaron a reproducir como conejos, acumulándose dentro de la estación hasta el punto de amenazar con inhabilitar sectores enteros del laboratorio orbital. Los vuelos del transbordador y próximamente de la cápsula europea Julio Verne aparentemente no son suficientes para desalojar las montañas de basura celestial. Si los socios de la NASA en la ISS -Rusia, la Agencia Espacial Europea, Canadá y Japón- lo permiten, pronto los astronautas comenzarán a lanzar por la puerta trasera de la estación cosas que van desde tanques de amoníaco, hasta imitar a los rusos, que en febrero tiraron al vacío un traje espacial repleto de basura (apodado Ivan Ivanovich, que orbitó al planeta durante 216 días).

La intención es deshacerse de los objetos grandes que tengan una en diez mil probabilidades de partirse en trozos que creen aún más basura espacial. Tranquilo: las probabilidades de que algún pedazo de cohete caiga sobre su cabeza también son de una en diez mil. Pero aunque parte de los objetos grandes que orbitan la Tierra se desintegran a su reingreso a la atmósfera, mucha de la basura espacial del tamaño de un televisor hacia abajo, está condenada a orbitar durante mucho tiempo. Quizás para siempre. Y esta basura no es tan inofensiva como su inerte colega terrestre. Esta se mueve a velocidades frenéticas -14,000, 20,000, 22,000 millas por hora, según su masa- y por eso mismo cualquier impacto de una nave espacial con un trozo de chatarra podría ser fatal.

Recientemente la NASA anunció que había más de 11,000 objetos considerados como basura provenientes de antiguas misiones y lanzamientos de satélites. El daño que podrían causar es surrealista: el impacto de una bola de aluminio de media pulgada viajando a 22,000 millas por hora, sería equivalente al de una caja fuerte de 400 libras viajando a 60 millas por hora. Los objetos medianos por lo menos se pueden seguir por radar, permitiendo a una nave espacial tomar medidas evasivas. Pero las partículas del tamaño de una aspirina, de las cuales hay unas 400,000 en órbita, son invisibles. Incluso una peca de pintura ha llegado a causar fisuras en las ventanas del shuttle.

Este cuadro es simplemente el reflejo de nuestra sociedad de consumo llevada a su máxima potencia. Y, siendo uno de los principales países con acceso al espacio, Estados Unidos no puede negar que es el rey del desperdicio. Lo que estamos viendo en el espacio es lo mismo que vemos hoy en el mar -con la diferencia de que esa basura no mata a nadie con el impacto-; es lo mismo que vemos en los parques, en las playas, en los bosques.

Démonos unas cuantas décadas y el sueño de un Star Trek se hará realidad: enormes naves estilo Enterpise atracadas en estaciones espaciales impecables, ventanas que miran hacia un espacio sin fondo, seres de otras galaxias que deambulan amigablemente entre nosotros. Un mundo ordenado donde nada parece salirse de lo normal... Es decir, hasta que llega el ataque: una lluvia de objetos extraños, cucharas, ollas, zapatos y toda clase de trozos de herramientas, que se dirigen amenazadoramente hacia las ventanas de la plácida estación espacial. Atacados por su propia basura, los astronautas tienen que correr por sus vidas a esconderse en los refugios especialmente diseñados. Perseguida por la misma Némesis que estuvo presente desde sus inicios, esta moderna civilización que todo lo puede aún está amenazada, quién lo creyera, por un puñado de desperdicios.

Gráfico: Todd M. Bacastow

4 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Interesantisimo mi estimada Angelorum. Hacia falta un canal por donde dar rienda suelta a todo ese caudal de informacion que no alcanza a salir en tus reportes,
Abrazote,
El Esgar

martes, noviembre 14, 2006  
Blogger Exterminator ha dicho...

Algun dia nos va a caer en la cabeza un meteorito de cacerolas...

jueves, noviembre 16, 2006  
Anonymous Anónimo ha dicho...

¿Y la puñetera bolita de golf esa que se ha lanzado por encargo de un sponsor, qué daño podría causar? Me veo al comandante Picard con un hermoso chichón en su despejada cabezah

jueves, noviembre 30, 2006  
Blogger claraemejia ha dicho...

Estoy de acuerdo con El Esgar. Como estoy disfrutando el blog....! Siempre lo he dicho. Necesito este tipo de lecturas!!!!!
Un abrazo
Clarae

viernes, marzo 02, 2007  

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